Como un decente ladrón entré a tu casa para robarte algo más valioso que el dinero y el oro: tu tiempo. Quiero que me leas, esa es mi técnica de robo… ¿Que por dónde entre? Por la puerta. Tú me la abriste…Es obvio, quieres conocerme… entonces no llames a la policía… Sería un error. No te cercioraste de quién estaba del otro lado de la puerta y, ahora, que no te incomode mi presencia porque leyéndome nunca tu seguridad estará en peligro.